Fuente: Fondo Monetario Internacional
La sostenibilidad de la deuda de algunos países de alto riesgo ha sido objeto de un amplio debate. Sin embargo, la carga de la deuda pública es un problema creciente en todo el mundo.
En los países avanzados, la deuda pública se sitúa en niveles que no se habían registrado desde la Segunda Guerra Mundial, aunque ha disminuido más recientemente. La deuda pública de los países de mercados emergentes se encuentra en niveles vistos por última vez durante la crisis de la deuda de los años ochenta. Además, el 40% de los países de bajo ingreso —es decir, 24 de 60 países— se encuentran en alto riesgo de situación crítica causada por el endeudamiento, es decir, la incapacidad de atender el servicio de la deuda pública, lo cual podría alterar considerablemente la actividad económica y el empleo. Por lo tanto, no es sorprendente que, como país que preside el G-20, Japón haya considerado la sostenibilidad de la deuda como un tema prioritario de la agenda del G-20.
Los elevados niveles de deuda sin precedentes no son necesariamente un problema cuando las tasas de interés reales son muy bajas, como ocurre actualmente en muchas economías avanzadas. Sin embargo, los altos niveles de deuda pueden dejar a los gobiernos mucho más vulnerables al endurecimiento de las condiciones financieras mundiales y al aumento de los costos de las tasas de interés. Esto podría provocar correcciones en los mercados, fuertes movimientos del tipo de cambio y un mayor debilitamiento de los flujos de capital.
Evidentemente, no toda la deuda es mala. De hecho, los préstamos pueden desbloquear recursos vitales para la inversión en infraestructura, salud, educación y otros bienes públicos. La inversión en capacidad productiva, cuando se hace de forma correcta, genera un aumento del ingreso que puede compensar el costo del servicio de la deuda. Además, parte del aumento de la deuda, especialmente en las economías avanzadas, ayudó a apuntalar el crecimiento tras la crisis financiera mundial y evitar un desenlace peor.